domingo, 8 de diciembre de 2013

¿La agricultura ecológica puede alimentar a todo el mundo?

          
Alimentar el mundo es un enorme desafío, la populación mundial está en aumento continuo, los terrenos arables  y el agua  dulce disponibles no pueden extenderse  al infinito y a esto  hay que añadir  un sinfín de factores como quien produce, donde, con que técnicas, quien tiene acceso a la tierra, quien no, como comercializamos la producción, quien especula con ella, el despilfarro etc.…
Agricultura y cambio climático.
La agricultura convencional  basa su productividad en la aportación masiva de productos químicos, y en la disponibilidad del petróleo barato. En muchos países del mundo, los agricultores han practicado, el laboreo, la fertilización química, la aplicación de pesticidas y la irrigación sin contemplaciones, estas prácticas en provocado una pérdida de la biodiversidad, y una contaminación del suelo y del agua que tiene como consecuencia una reducción del crecimiento de los rendimientos.
“ Aunque habitualmente se asigna a la agricultura un nada despreciable 14% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero, si tenemos en cuenta la energía utilizada en la agricultura y los cambios de uso del suelo para aumentar la superficie agraria estas emisiones pueden superar el 30% de las totales.. Y si a ello añadimos las emisiones generadas en la elaboración, envasado y distribución de alimentos, el porcentaje de las emisiones del sistema mundial agroalimentario resulta abrumador.”(Isabel Bermejo.E A)
El argumento de mantener este tipo de agricultura a pesar de su impacto medio ambiental negativo  es que sin fertilizantes y pesticidas no se podría alimentar a todo el mundo.  La agricultura biológica no tendría  el rendimiento suficiente  necesario para cubrir las  necesidades de toda la población.
En su libro” La agricultura biológica para alimentar la humanidad “ Jacques  Caplat demuestra todo lo contrario.
El rendimiento de la agro ecología no para de aumentar y es ahora a penas un poco inferior al convencional, la calidad y la cuantidad de los nutrientes  obtenidos son superiores a los convencionales y sobre todo el impacto ecológico es positivo.
La agricultura ecológica  puede luchar eficazmente contra el cambio climático. Al no usar nitrógeno,   se ahora  el co2 necesario a su fabricación y el debido  a su posterior esparcimiento: el esparcimiento de 100k de nitrógeno químico sobre un hectárea corresponde a las emisiones de co2 de  un coche de potencia media que recorre 10000km.
 La ganadería ecológica es menos intensiva, la alimentación de la vacas en las praderas y con forraje produce mucho menos CO2 que una alimentación con maíz y piensos a base de soja OGM  importado de Brasil o Argentina empleados en las granjas convencionales,  sabiendo que al CO2 emitido para la producción hay que sumar  la parte debida al transporte y la de las emisiones de gases  responsables de  la deforestación.
En fin la agricultura biológica y la agroforesteria  con sus técnicas de laboreo ligero y de cobertura permiten secuestrar  co2 en el suelo.


Deforestacion y cultivo de aceite de palma en Indonesia



Agricultura y justicia social.
Cuando se lanzo la revolución verde en los años 50  tenía dos objetivos principales   uno era  aumentar la producción para alimentar al máximo de personas, el otro era suprimir  los  3/4 campesinos para que estos se conviertan en obreros para las nuevas fabricas que iban a inundar de productos  la recién nacida sociedad de consumo  .Estas políticas tenían sentido en el contexto de la época pero se siguen desarrollando  cuando no tienen ningún sentido Por ex :Los comisarios de la Unión europea quieren suprimir 4 de los 5 millones de campesinos Polacos,  sin decir que van a hacer con ellos, probablemente engrosar las filas del paro. Las multinacionales del agronegocio prefieren tratar con grandes propietarios para comercializar sus semillas y toda la química  que va con ellas.
La unión europea ayuda masivamente, a través de la PAC, a los grandes propietarios agrícolas una parte ínfima de las ayudas van e la agricultura biológica.
La mayoría de las personas que sufren malnutrición son campesinos. Países como Congo, Etiopia o India producen lo suficiente para cubrir sus necesidades, sin embargo la malnutrición llega al 25% o más de la población. En muchos países los campesinos que llevan sus cosechas al mercado tienen que vender por debajo de sus costes de producción para poder luchar con los alimentos  subvencionados exportados por los países del norte. El  libre mercado  sin protección aduanera pone en competencia la agricultura altamente mecanizada y subvencionada del norte con la del sur   que se sostiene solo con la fuerza de los brazos, en algún caso la tracción animal, y sin ninguna ayuda económica.
La producción de productos como, café, cacao, plátanos, ect… para  la exportación al detrimento de cultivos para consumo propio no hace más que empeorar la situación ya que los precios están fijados por el mercado y no por el productor.
La agricultura ecológica necesita más mano de obra que la tradicional en estos tiempos de paro masivo lejos de ser un problema podría ser una solución.
La agricultura y la malnutrición.

Afirmar que la agroecologia no puede alimentar el planeta, es hacer caso omiso de las verdaderas causas del hambre en el mundo .En realidad actualmente  hay una sur producción global de alimentos acompañado de un reparto pésimo de estos. Lo  podríamos resumir en una frase título del libro de Marc Dufumier :”Hambruna en el Sur ,comida basura en el norte”. En este libro su autor afirma que las  primeras hambrunas que aparecieron fueron debidas a importantes sequias en 1973  en el Sahel , Sudan,  Brasil, Bangladesh y en los Andes.
En los 90 en Etiopia, Somalia, Liberia, Sierra Leone, Sri Lanka,  fueron las guerras civiles o internacionales  las responsables. En los años 2007 ,2008 las revueltas del hambre  que se produjeron en países sin conflictos armados como Marruecos,  Camerún,  Senegal, Egipto, Honduras, Indonesia y Filipinas  fueron  la consecuencia de  la especulación sobre las materias primas.
La FAO estima a casi 1000 millones el número de personas que sufren de malnutrición.  
En su libro” Destrucción masiva Geopolítica del hambre, “Jean Ziegler  expone con claridad cuáles  son  los responsables del hambre en el mundo. Las políticas neoliberales, la especulación sobre los alimentos básicos, la falta de voluntad de los estados, los conflictos armados, los carburantes verdes, los monocultivos intensivos.
“Los agricultores del mundo  deben pasar sin demora  a sistemas más sostenibles y más productivos si queremos alimentar la población creciente de los humanos y plantarle cara al calentamiento global “  M. Shivaji  Pandey uno de los expertos de la FAO, considera que la agricultura de conservación como un pilar de este cambio.
Las soluciones

La agroecológica tiene como meta la puesta en marcha de sistemas durables y rentables.  Repudia las operaciones como el labrado pesado mecánico, los fertilizantes y los pesticidas químicos, los organismos modificados genéticamente, reduce al mínimo la contaminación del aire, los suelos, y el agua, y optimiza la salud y la productividad de las comunidades interdependientes de plantas, animales y personas.
Tiene tres principios fundamentales: el trabajo mínimo del suelo, las asociaciones y las rotaciones y la cobertura permanente del suelo. Estas prácticas permiten de optimizar la salud de los suelos  y la productividad.
En las zonas tropicales tiene rendimientos superiores a la convencional que no se sabe adaptar a las condiciones climáticas muy aleatorias.
Agrónomos de reputación mundial y la FAO afirman que para alimentar la humanidad en el futuro y  para luchar contra el cambio climático la agroecológica es la respuesta,  podría ahorrar 1200 km3 de agua de aquí a 2030,  los suelos sanos preservan la humedad y requieren menos irrigación.
Para alimentar a todo el mundo cambiar de sistema de producción no sería suficiente si no cambiamos el transporte, el reparto y la distribución que son responsables de un despilfarro inútil, en los países ricos 30% de lo que se produce va directo a la basura. Transportar fresas  o Judías verdes de Kenia en avión para el mercado europeo es un ejemplo de lo que no se debe hacer.
Al sur la malnutrición provoca la muerte y es responsable de flujos migratorio cada vez más intensos .Al norte, la  contaminación de las aguas y la erosión de los suelos amenazan los ecosistemas, encontramos en casi todos nuestros alimentos residuos de pesticidas, la comida basura es responsable del aumento de la obesidad (1000 millones de personas hoy en día en el mundo).Podría ser el momento de cambiar de rumbo. La agricultura biológica tiene un rendimiento suficiente para dar de comer a todo el mundo, puede luchar eficazmente contra el cambio climático y sus productos sanos son una  garantía para nuestra salud.
Para saber más:
Famine au sud, malbouffe au nord Marc Dufumier
L’agriculture biologique pour nourrir l’humanité Jacques Caplat
Destrucción  masiva –geopolítica del hambre. Jean  Ziegler





domingo, 1 de diciembre de 2013

Florent Marcellesi.Texto escrito para la memoria de la Red de Decrecimiento de Sevilla

Andalucía: del monocultivo industrial a la biodiversidad decrecentista

En decrecimiento el 29 octubre 2013 a las 10:03
monocultivo
Texto escrito para la memoria de la Red de Decrecimiento de Sevilla. En base a una semana de conferencias por Andalucía del 11 al 15 de febrero del 2013.
Viajar por Andalucía, además de placentero, es algo muy útil. Permite entender a la perfección lo que es una sociedad industrial y una de sus principales características:el monocultivo. Este rasgo desarrollista, más allá de su tradicional definición como “cultivo único o predominante de una especie vegetal en determinada región”, se puede aplicar de forma más genérica a la producción predominante de cualquier bien o servicio generado en gran cantidad para el consumo de masas y que estructura el paisaje productivo de una tierra.
Visto así, ¡cuan productivista puede llegar a ser gran parte de Andalucía con sus amplias superficies monótonas dedicadas al crecimiento y la explotación brutal de la naturaleza y del trabajo! Sin duda, “el mar de plástico” de Almería no deja a nadie indiferente con sus invernaderos vistiendo de blanco las faldas montañosas que caen al mar, mientras que el océano de olivos entre Córdoba y Granada deja entrever una tierra cansada y erosionada de tanta uniformidad y químicos. Por su parte, la costa malagueña, con sus interminables olas de hoteles y segundas viviendas, es un monumento al monocultivo del ladrillo así como a la sed de promotores y políticos ávidos de desarrollo y de turistas necesitados de sol barato. Mientras tanto el puerto de Algeciras, verdadero monocultivo del container, se erige como punto neurálgico de la era globalizada pero agonizante del petróleo barato, abundante y de buena calidad. Por doquier, si fuera poco,estos monocultivos esconden no pocas miserias laborales, trabajos indecentes, explotación de inmigrantes, desigualdad de género o un reparto profundamente desigual de la tierra.
Afortunadamente Andalucía también es una tierra de alternativas, donde la esperanza desafía al conformismo. Allá donde le lleven sus pasos, un transeúnte mínimamente despierto y curioso encontrará otro panorama: un ecosistema donde predomina la biodiversidad de personas y colectivos hacia otros mundos posibles. No hay ni una ciudad, ni un pueblo que yo haya pisado donde no asomen por la ventana del cambio una “iniciativa en transición”, un colectivo de finanzas éticas, grupos de consumo autogestionados, proyectos de agroecología, huertos urbanos o monedas locales (¡la mitad de los proyectos de España tienen lugar en Andalucía!). El monocultivo impuesto se agrieta y en las brechas brota el hermoso y potente sabor de las iniciativas comunitarias que, desde abajo y de forma cooperativa y alegre, plantan cara al coloso con pies de barro.
La Red de Decrecimiento de Sevilla es una de estas semillas del cambio que uno tiene la suerte de conocer en su periplo. Animado por un instintivo don de la acogida y por una energía vital impresionante —que les llevan a organizar en poco meses dos encuentros estatales, uno sobre monedas locales en mayo y otro de decrecimiento el 1, 2 y 3 de noviembre—, son un buen reflejo de la máxima “el camino se hace andando”. Y que cunda el ejemplo: la alternativa política, social, cultural y económica no es una promesa para el más allá o para las generaciones futuras. No: se construye hoy y aquí, debajo de nuestras casas y cualquiera está invitado en participar y poner en práctica su gran capacidad de “poder-hacer”. Gracias a esta filosofía, a la red de decrecimiento de Sevilla les debemos el Puma (nota al viajero curioso: el nombre no viene del felino sino del centro vecinal “el Pumarejo” donde nace el proyecto), una de las monedas locales más pujantes del Estado donde casi 600 personas, incluso niños y niñas (este detalle tocó, sin duda, mi fibra de padre…), pueden intercambiar bienes y servicios, siendo según la ocasión productor o consumidor. Les debemos una red de productores y consumidores ecológicos y locales, el impulso de una cooperativa integral, un programa de radio y numerosas charlas públicas para repensar de forma colectiva las bases de nuestra sociedad.
En el marco de una estas charlas, donde fui invitado en febrero del 2013 para compartir y debatir sobre “decrecimiento y trabajo“, tuve la ocasión de comprobar tanto la capacidad de convocatoria como la ebullición reinante en el microcosmo sevillano de la “transición en comunidad”. Producción y reproducción de la vida, emancipación y educación, mestizajes y alianzas en red, punto de encuentro y puente hacia el futuro, valor de la comunidad y delsujeto autónomo, ahí están todos los ingredientes para vivir bien y felices dentro de los límites ecológicos del Planeta.
Sí, un viaje a Andalucía es muy útil para comprobar que no solo es deseable sino también posible una transición ecológica desde el monocultivo industrial hacia la biodiversidad decrecentista.

Florent Marcellesi