miércoles, 31 de octubre de 2012

Permacultura



Los padres de la permacultura, David Holmgen y Bill Mollison han desharollado un sistema  de  diseño  de culturas, lugares de vida, sistemas agrícolas basado en tres éticas  y doce  principios.
 La permacultura combina  varias disciplinas, como son agricultura, arquitectura, ecología, organización social, con el propósito de realizar sistemas  que sean aptos para dar respuestas a la crisis ambiental y social que estamos atravesando y  preservar las condiciones naturales de los ecosistemas y del clima.
La producción de alimentos, de energía, la organización de estructuras sociales son concebidas como oportunidades para  aumentar, la diversidad, la estabilidad y la resiliencia   de los sistemas tomando ejemplo en la naturaleza y los pueblos primeros que   se caracterizan por necesitar muy poca   energía para funcionar.
La permacultura también integra el conocimiento científico y la tecnología moderna.
Los tres principios éticos son:
1ºCuidado de  la tierra .
La tierra es un conjunto de sistemas complejos (Gaïa) auto regulada que preserva las condiciones favorable a la vida. No tenemos otra alternativa que  preservar estas condiciones respetando los bosques, ríos, mares, océanos que son los ecosistemas  que permiten mantener todas las formas de vida.
Cuidado de La gente
La clave es la cooperación no la competición.
El cuidado de la gente empieza por uno mismo, la familia, los vecinos, las comunidades locales y se extiende hacia fuera en círculos concéntricos.
Cuidar de uno mismo quiere decir llegar a la auto suficiencia y la responsabilidad personal, pasando de ser consumidores pasivos a  actores creativos y responsables de nuestra producción.

3ºCompartir  los recursos de una forma justa.
Compartir de forma justa no significa solo un justo reparto entre clases sociales de una riqueza basada en la producción, sino que tenemos que tener en cuenta dos factores fundamentales en este reparto, los animales y las generaciones venideras.
Parece obvio que la desaparición de la biodiversidad tanto a nivel de las plantas que de los animales sea  debida al tremendo impacto que tiene nuestra manera de vivir sobre los ecosistemas.
Limitar nuestra demografía y nuestra invasión de los eco sistemas naturales parece ser la única vía para preservar la vida  de los animales y la nuestra por consecuencia.

Los seres  humanos tenemos que  aprender la práctica de la autolimitación sostenible , respectando nuestras necesidades, pero también contemplando la capacidad regenerativa de la tierra y las necesidades de las generaciones futuras.
Los doce principios de diseño son:

1º  Observar y interactuar.
Si tomamos el tiempo de observar la naturaleza, tendremos la posibilidad de concebir soluciones adaptadas a cada situación.

2º Captar y almacenar energía.
El flujo solar es una fuente de energía inagotable a nuestra escala. Ha permitido a las culturas preindustriales gozar de un planeta en buena salud . Tenemos que desarrollar sistemas que colectan los recursos cuando son abundantes para poderlos  aprovechar cuando son escasos.
 3º Crear una producción.
El proverbio ”No podemos trabajar con el estomago vacio” nos recuerda que necesitamos resultados realmente útiles a cada etapa del trabajo emprendido.

4º Aplicar autoregulación y aceptar retroalimentación.
Significa  ser conscientes de nuestros límites y aceptarlos.
Tenemos que alejarnos de las prácticas y actividades nefastas y asegurarnos que los sistemas concebidos podrán seguir funcionando mucho tiempo  correctamente.
Los resultados de nuestras acciones tardan mucho en hacer efecto y serán nuestros nietos que tendrán que sufrir sus efectos.(retroalimentación negativa)

5º Usar y valorar los servicios y recursos naturales.

Utilizando los recursos renovables tanto como podamos y cambiando de hábitos de consumo, podemos deshacernos de  nuestra adicción mórbida hacia los recursos no renovables.

6º No producir deshechos.
Utilizar y valorar  todos  los recursos, no tiramos nada.
Es fácil despilfarrar  en tiempos de bonanza pero eso genera penurias mas tarde.
El gusano es el símbolo, transforma los desechos humanos y animales en nutrimentos útiles para las plantas.

7. Diseñar desde los patrones hacia los detalles.
Si  nos focalizamos en los detalles perdemos la visión del conjunto.
Cuando observamos cuidadosamente  la naturaleza y las sociedades tradicionales vemos aparecer estructuras que nos van a poder servir de patrones, luego poco a poco se pueden añadir los detalles.
8.Integrar más que segregar.
Cuantos más seamos, menos duro se hace el  trabajo. Juntos podemos ayudarnos mutualmente y hacer grandes cosas.

9º Utilizar soluciones lentas y pequeñas:
 Las estrategias pequeñas y lentas  son más productivas a largo plazo y necesitan menos recursos y energía.

10. Valorar la diversidad.
La diversidad nos hace menos vulnerables a las amenazas, más estables y resilientos. Un monocultivo está  más expuesto a las enfermedades y parásitos que una asociación de cultivos.
11.Usar los bordes y valorar lo marginal.
Es en las fronteras  de un sistema que se sitúan los fenómenos los más interesantes, enriquecedores y productivos,
12. Usar y responder creativamente al cambio.
Observando atentamente e interviniendo en el buen momento podemos tener una influencia benéfica en los cambios inevitables.
Estos principios   se ponen en práctica  para crear sistemas, autosuficientes, integrados, sin daños visuales  en el  paisaje, sin crear contaminación, integradores de las personas, respetuosos con los animales.



En su libro Permacultura. Principios y sendero más alla de la sustentabilidad  2002 David Holmgren propone una herramienta de pensar ( la permacultura) para ayudar en la transición productiva de una sociedad industrial de alto consumo energético hacia una cultura sostenible post industrial.
Sus principios parecen simples  y fáciles de alcanzar, nada es más alejado de la realidad, debemos hacer un esfuerzo para integrar estos principios básicos ya que nuestra mente está condicionada   por principios opuestos. La competitividad, el individualismo, la cultura del éxito nos impiden ver lo obvio, sin los demás no somos nadie.
Bibliografia.
Permaculture One(1978)
El libro fruto de la breve pero intensa colaboración entre Bill Mollison y David Holmgren fue al origen del movimiento de permacultura.
Masanobu Fukuoka . La revolución en una brizna de paja (1978)
Fukuoka presenta en este libro más filosófico que practico el manejo de la cultura natural.
Bill mollison y Reni Mia Slay 1994 , Tarigari impreso en eu (español).
También podéis encontrar libros en PDF en la pagina siguiente

lunes, 1 de octubre de 2012

Reseña de "Destrucción masiva: Geopolítica del hambre" de Jean Ziegler Jesús Aller Rebelión






Reseñaba hace poco un libro de Felipe Aranguren (“El negocio del hambre”) que nos acerca a los datos concretos de la catástrofe alimentaria que vive el planeta, analizando sus causas y los intentos de solucionar el desastre que se están desarrollando. Otro libro reciente en la misma línea es “Destrucción masiva: Geopolítica del hambre” del suizo Jean Ziegler. Este profesor emérito de sociología en la Universidad de Ginebra fue además relator especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación entre 2000 y 2008, y es en la actualidad miembro del comité consultivo del Consejo de Derechos Humanos de la misma institución. Sus profundos conocimientos acerca de los entresijos de la depredación económica que sufre una gran parte de la población mundial han quedado plasmados en libros imprescindibles como “Saqueo en África” (Siglo XXI, 1979), “Los señores del crimen” (Planeta, 1998), “Los nuevos amos del mundo y aquellos que se les resisten” (Destino, 2003), “El imperio de la vergüenza” (Taurus, 2006) o “El odio a Occidente” (Península, 2010), por citar sólo algunos.
En “Destrucción masiva”, Jean Ziegler nos acerca al horror con una estructura enormemente lógica, que se enriquece además con retratos de los protagonistas de estas luchas, a muchos de los cuales conoce personalmente, y con experiencias propias. La primera parte del libro la dedica, así, a mostrarnos a la magnitud del desastre. Es la geografía del hambre con sus diversos escenarios: pobres rurales explotados hasta la miseria o dueños de pequeñas fincas improductivas; pobres urbanos cuyas vidas dependen trágicamente de las fluctuaciones de los precios de los alimentos esenciales con los que los criminales especulan; y junto a esta hambre estructural, el hambre coyuntural asociada a eventos catastróficos. El resultado no es sólo la muerte por inanición, Ziegler nos describe también las enfermedades ligadas a la desnutrición crónica y sus efectos espantosos. Y lo más terrible es que todo esto ocurre en países que fácilmente podrían ser ricos, como es el caso de Níger, segundo productor de Uranio del mundo, con una economía destruida por las políticas de ajuste del FMI. La multiplicación de ejemplos resulta imprescindible para saber en qué mundo vivimos, para conocer todos los rostros de este infierno creado por el hombre.
Y tras esta acumulación de datos, la segunda parte del libro nos describe el despertar de la conciencia del desastre que se produjo tras la II Guerra Mundial. En este proceso, tuvieron un papel destacado investigadores y activistas como Josué de Castro, el médico brasileño cuya “Geopolítica del hambre” (1952) fue un aldabonazo que sacudió conciencias en todo el mundo. Ziegler repasa su biografía, tan ligada a la trágica historia de su país en el siglo XX, y describe los años de esperanza en que surgieron instituciones como la FAO en 1945 o el PMA (Plan Mundial de Alimentos) en 1963. En 1948, la ONU aprueba la Declaración Universal de los Derechos Humanos que establece la alimentación como un derecho básico.
Sin embargo, estos esfuerzos se encontraron con enemigos poderosos que son desenmascarados en la tercera parte del libro. Se trata de organizaciones mercenarias de los Estados Unidos, como la OMC, el FMI y el Banco Mundial, que defienden a sangre y fuego los intereses de unas pocas empresas multinacionales. Resulta fácil entender que cuando el derecho a la especulación y el lucro se impone sobre el derecho a la alimentación, la tragedia es inevitable. Un estudio de Oxfam demuestra que en todos los lugares en que el FMI aplicó a lo largo del decenio 1990-2000 sus planes de ajuste estructural, millones de nuevos seres humanos fueron empujados al abismo del hambre. Los ejemplos se multiplican y son necesarios para comprender a fondo cómo asesinan estos criminales de cuello blanco y vestidos elegantes: India, Níger, Haití, Zambia, Ghana… Vemos también sin embargo el caso de Sudáfrica, donde con una legislación que garantizaba el derecho a la alimentación y un poder judicial independiente pudieron conseguirse importantes victorias.
La cuarta parte del libro nos describe la ruina actual de las dos instituciones que deberían velar por que el derecho a la alimentación pudiera materializarse. En 2009 el insuficiente presupuesto del PMA se vio reducido a la mitad cuando los estados europeos eligieron dar ese dinero a sus bancos. Esto obligó a suspender el plan de comidas escolares y empujó a la muerte por hambre a muchos millones de personas en el Cuerno de África o Bangla Desh entre otros sitios. Esclavitud y hambre en este pauperizado territorio son el precio de nuestra ropa de marca barata y el éxito de los multimillonarios del textil. Los esfuerzos de la FAO por promover en la ONU políticas de control de la especulación con alimentos son frenadas continuamente por los Estados Unidos y sus aliados a las órdenes de las multinacionales. Comprendemos gracias a la información que se presenta aquí cómo existen ciertamente instituciones que tratan de avanzar en la dirección correcta y de qué modo estos empeños son saboteados.
El papel de los biocombustibles es analizado en la quinta parte del libro. Es ésta una política enloquecida, pues pensemos que para fabricar un litro de bioetanol destinado a ser quemado hay que destruir más de siete kilos de maíz, pero hay que decir también que la extensión de este tipo de cultivos se produce eliminando otros tradicionales y acaparando un agua escasa en muchas regiones. No faltan ejemplos por todo el mundo: Camerún, República Democrática del Congo, Sierra Leona y un largo etcétera. Es una triste experiencia, además, que el acaparamiento de estas tierras va acompañado de violencias. En Colombia, entre 2002 y 2007, 13634 personas, entre ellas muchas mujeres y niños, fueron asesinados a consecuencia fundamentalmente de los ataques de los paramilitares. Son bien conocidas las conexiones de estos criminales con el expresidentes Álvaro Uribe.
La sexta parte del libro se dedica a describir el funcionamiento de los fondos de inversión que especulan con alimentos. El aumento de los precios de estos en 2008 fue en un principio resultado de causas climáticas y el auge de los biocombustibles sobre todo, pero esto sirvió de carnaza a los especuladores que aprovecharon la ocasión y exacerbaron esta subida. La crisis provocó además que países con gran densidad de población se plantearan el acaparamiento de tierras en distintos lugares del mundo para producir alimentos allí. El escenario creado nos muestra a millones de agricultores expulsados de sus tierras y condenados al hambre, así como la extensión en muchas regiones de monocultivos que emplean mano de obra próxima a la esclavitud. Aquí también se multiplican los ejemplos a la vez que se presentan casos de resistencia.
Concluye el libro con una sección titulada “La esperanza” en la que se desgranan argumentos para la planificación de la lucha que ha de permitir superar estas desgracias. Es esencial aquí la toma de conciencia acerca de la magnitud del desastre por parte de sectores cada vez más amplios, y la toma de conciencia también de que esta es una catástrofe contra el que existen y se están desarrollando en este momento estrategias correctas de lucha. Nada más necesario que conocer estas para poder sumarse a ellas y potenciarlas, porque es una verdad incontestable que el espanto que se denuncia en el libro puede tener solución. Como Mahatma Gandhi dijo: “El mundo tiene suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no la codicia de todos.”
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.